jueves, 9 de julio de 2009

SANSÓN

SANSÓN


A falta de ojos Sansón le pide a un muchacho que lo acerque a las dos columnas principales de un templo filisteo.

A Sansón le sobraba cabellera y siente de nuevo que la fuerza le revienta los brazos.

Sansón palpa ambas columnas y se desahoga a placer.

El templo se derrumba.
Muchos mueren. También Sansón.

Desde entonces su fama cruza los siglos y llega hasta hoy.

¡Sansón! ¿Un mito? ¿Una leyenda? ¿Un super macho?

¡Cuidado! Antes que nada un hombre común y corriente con fortalezas y debilidades.

Sansón el abstemio, el consagrado, el defensor de su pueblo

Sansón el vengativo, el pendenciero y sobre todo el mujeriego.

No le pregunten a Sansón si recuerda a una tal Dalila.

No le pregunten a Dalila si recuerda a un tal Sansón

Sin embargo, ambos, Sansón –y por supuesto Dalila- a su modo colaboran en los misteriosos planes de Dios.

Y es que el Señor tiene ojos que miran nuestra ceguera y necedad, pero también lo mucho que podemos aportar.

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